Saturday, April 01, 2006

Lo épico, pensamiento leonardiano


Contar historias, como dice Kundera, es una acción que anula a la lírica, que privilegia la memoria.
La épica asimila y transforma el hecho, es decir, la realidad en manos de un narrador no es inmutable y al fundamentarse en esta base, el relato es lo más adecuado para que el pensamiento leonardiano se desarrolle.
Entonces, la ficción literaria, el periodismo y el ensayo son hijos de esta concepción que conecta algo con lo demás, derivando lo central hacia lo satelital.
Aprehender el mundo y transformarlo, siempre desde un punto de vista, es lo principal de la prosa y la analogía, el isomorfismo y las correspondencias estructuran los mensajes que rompen con la lógica de causa-efecto.
Si bien toda la literatura, incluida la lírica, está construida con este pensamiento, es en el relato donde mejor se anida, pues las estructuras narrativas, desde las más simples hasta las más complejas realizan correspondencias y analogías, temporales y lógicas.
Narrar historias, sean reales o de ficción, así como exponer temas mediante el ensayo o la divulgación científica, siempre emplearán el pensamiento leonardiano, pues por medio del lenguaje se explica y se cuenta. Con cada palabra o frase, el narrador evoca mundos, olores, sabores y sonidos, y así crea un efecto artístico, pero los conceptos e ideas, en el caso del ensayo, generan sentido.
Si bien ambos textos, estructurados lógicamente, hacen que el lector recuerde y transforme lo leído, esa mutaciones se dan mediante el pensamiento leonardiano de correspondencias y asociaciones mentales que se desarrollan durante toda la vida del ser humano y quienes trabajan con la palabra buscan apretar ese gatillo preciso que desencadenará lo deseado en su lector, pero que con cada uno es completamente distinto, ya que las experiencias vitales son particulares e irrepetibles.
A partir del pensamiento leonardiano que anula la lógica aristotélica de causa y efecto, se concibe la tabularidad, que anula la linealidad, tanto de pensamiento como de acciones.
El hipertexto de Internet está concebido bajo estos mismos parámetros y por su intermedio se pueden crear textos lineales o tabulares. Así, Christian Vandendorpe, en su libro Del papiro al hipertexto, ensayo sobre las mutaciones del texto y la lectura, establece una tipología, que tiene su base en las asociaciones mentales y conexiones que realiza el cerebro entre las ideas y concepciones almacenadas; de esta manera, se tienen hipertextos por selección, por asociación, por contigüidad o por estratificación, dependiendo del texto, de su finalidad y del lector al que está dirigido.
Esta clase de hipertextos que se presentan en documentos hipermedia de la Red pueden presentarse aislados o reunidos y no son sino aplicaciones binarias de lo que hace el cerebro humano: selecciona una palabra o idea, la asocia con otras, las combina y todo ello genera un grado de dificultad deseado, es decir, genera un mensaje destinado a un receptor modelado por el autor.
Pero con el hipertexto no se genera ambigüedad artística, sino que el autor-creador del mensaje realiza conexiones de sentido específicas, directas y concretas; por ello, los textos de divulgación científica y los géneros periodísticos son los textos que se acoplan de manera integral, en forma y fondo, a la concreción material del pensamiento leonardiano: Internet, ya que las conexiones son de sentido y no de efecto, por lo que la finalidad del texto es de instruir y llevar de la mano al lector por un camino establecido.
La forma de narrar y de exponer ideas, que desencadenarán efectos artísticos múltiples, en la que se amalgama el pensamiento multicausal del sabio Leonardo y la retórica tabular del lúdico Borges es la ficción y el ensayo literarios, contenidos en la más rústica y básica de las herramientas inventadas por el hombre: el libro, que potencia las evocaciones, sensaciones y sentimientos del ser humano.