Tuesday, August 19, 2008

Entropía, hipertexto y significación


Los niveles de lectura son información e interpretación, o bien llamados denotación y connotación. Si un lector se informa, también puede interpretar y viceversa, pero eso lo provoca el propio texto y todo depende de la redundancia y de la novedad, como lo desarrolla la Teoría de la Información, que al tomar el concepto de entropía de la termodinámica, mide la incertidumbre de un mensaje. Se anula la entropía de un texto cuando existe certeza absoluta y el mensaje no se presta para interpretaciones de ningún sentido. Es decir, cuando un mensaje tiene un significado único se anula la entropía, pues se ha organizado el caos y el sistema se aleja de su desgaste.
Este sistema de signos, que es la lectura y la escritura, lucha contra la entropía al ser organizado como mensaje, entonces la anula en un primer momento, pero al entregar mayor información y contextualizarla, se genera un nuevo proceso entrópico positivo: la multisignificación.
Dicho de otra manera, la presencia de información y redundancia es vital para generar connotación y denotación. A mayor redundancia, menor información y viceversa; en estos casos, la denotación es mayor que la connotación, por ello, un texto debe ser proporcional en entrega de información y de redundancia para que el lector pueda interpretar.
La interpretación es posible siempre y cuando la calidad de la información esté en el centro de una adecuada cadena de redundancia, es decir, de un buen contexto. Este contexto referencial es el que permite la interpretación racional y sensorial: allí radica la importancia de la multi o plurisignificación que entrega un texto artístico, pues dentro del orden (anulación de la entropía) se genera un nuevo proceso entrópico que busca, por medio de la resignificación o interpretación, un nuevo ordenamiento. Este proceso será continuo y permanente hasta agotar las interpretaciones que, a su vez, generarán nuevas: la anulación entrópica siempre genera una posterior, a la que se debe anular.
En el transcurso de estas resignificaciones y nuevos procesos de anulación y creación de entropía, el texto busca un lector ideal o perfecto, como lo propone Eco, y esa integración entre lector y escritura se da por el manejo de información y referencias que tiene el escrito y que conoce el lector; no solamente la concurrencia de un código común, sino de percepciones e interpretaciones adecuadas mediante la correcta lectura de los datos o “pistas” que entrega el texto.
Un texto artístico será el que mayor grado de entropía tenga para poder ordenarlo, es decir interpretarlo. Y aquel que anula la entropía, lo hace con la multisignificación; los textos periodísticos, los científicos y los educativos deben tener un grado cero de entropía, pues si la tienen el mensaje no será único y el objetivo de transmisión de conocimiento o de información se truncará.
Cabe señalar que los textos científicos anulan la entropía del mundo físico y sensible, lógicamente lo ordenan mediante el lenguaje y son interpretaciones cada vez más numerosas y disímiles.
Pero estamos centrados en el lenguaje, un sistema muy complejo que ahora se ha visto influido y amenazado por la digitalización de la cultura y, principalmente, por el hipertexto.
Gérard Gennette, en su libro Palimpsestos, acuñó el término de hipertextualidad, que es aquel texto que proviene de uno anterior, denominado hipotexto; para comprender mejor, el Ulises de Joyce es el hipertexto de La odisea de Homero, pues toma el motivo del viaje de Odiseo y lo retoma durante un día en la vida de Leopold Bloom; así, todos los textos que tienen un motivo o referencia a uno ya existente, son hipertextos.
Vivimos de hipertextos, es decir, nosotros como hijos somos hipertextos o referencias a nuestros padres, genéticamente, pero también somos hipertextos de nuestros maestros y mentores, así como de nuestros héroes…
La referencia, la cita, la alusión, es lo que concreta el hipertexto creado por Ted Nelson en la década del sesenta cuando la palabra hipervínculo aparece en su artículo “No more teachers´s dirty looks”, en el que hace referencia indirecta al Memex de Vannevar Bush, sistema que enlaza los archivos informáticos de texto, audio, imagen y video. Este hipertexto tiene la misma fundamentación del acuñado por Gennette, pero lo concreta en la plataforma informática y digital. Mediante el uso del hipertexto podemos conectar términos, frases, palabras, fotografías dentro de un archivo, con otros elementos similares de otro archivo, de manera local o externa, siempre que estemos en la Red.
Este hipertexto informático, además, es la concreción de lo que Barthes propuso en S/Z: división y fragmentación de un texto en lexias para que cada una sea una unidad independiente de interpretación y a la vez integradora de todo el texto.
Mediante el hipertexto informático concretamos el pensamiento leonardiano de correspondencias y asociaciones. La tecnología nos permite plasmar las conexiones mentales, es decir, retomar los contextos que están en la Red para presentar y difundir información más completa y con mayores referencias para que el lector realice su interpretación y sea tan perfecto como el escritor lo planeó.
Pero el arte crea su contexto y esta invención de referentes no existe en la Red, sino en el texto como tal, por ello, aún la literatura que tiene como soporte a la pantalla del computador tiene que generar su propio contexto, que es completamente distinto al que se origina en el soporte del libro, pues las referencias tienen que ser vistas y no pensadas o evocadas. Allí la diferencia de lenguajes y maneras de hacer arte, que no anulan la una a la otra, sino que se transforman en hipertexto del hipotexto.
Si un texto escrito tiene la finalidad de ser leído en pantalla, el juego entrópico es constante, pues en los enlaces radica el ordenamiento, pero también el desorden, pues se rompe la linealidad de la lectura y creamos alternativas, entonces la entropía vuelve y la anulamos nuevamente con el mensaje que creamos.
Orden y caos constantes presenta la escritura hipertextual y multimedia, la forma actual de escribir, en busca del lector ideal que interprete el verdadero mensaje “del nombre de la rosa” y que, formal y estructuralmente, sea termodinámico.